Reflexión: el temor al Señor perfecciona la Santidad
Una de las cosas que me llama la atención sobre como el temor al Señor perfecciona la santidad, es entender todos los efectos que una vida de santidad, produce en un individuo y en las cosas que posee. Por ejemplo la santidad trae como consecuencia que nuestras tierras prosperen, que den frutos.
A causa de la santidad hay frutos, a causa de la santidad hay multiplicación en lugar de esterilidad, a causa de la santidad hay victoria.
Cuando nosotros vemos al pueblo de Israel antes de ir a cualquier conquista, hay un proceso de consagración y de santidad. Josué realizo circuncisión en Gilgal antes de conquistar Jericó.
Gedeón levantó una altar a YHWH, en el mismo lugar donde se había levantado un altar a Baal, como una forma de santificar la tierra, de santificarse ellos antes de ir a la batalla.
Entonces la santificación está directamente relacionada con la victoria, pero hay un punto adicional sobre lo que significa la santidad que ha venido abordando mi corazón.
Y es que la santidad es aquello que nos hace manifestar la imagen de Dios.
Cuando nosotros leemos en el libro de Génesis 1:26 : Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza[a] dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.
Debemos entender que la “imagen y semejanza de Dios” puede ser completamente definida en una palabra: “santidad”.
Por eso la palabra del Señor dice en 1 Pedro 1:16 “sed santos, porque yo soy santo”.
Nuestro llamado a la santidad es una forma de recorrer nuestro camino de regreso a la identidad que debemos estar portando, cuando nosotros estamos manifestando, expresando santidad automáticamente lo que estamos haciendo es reflejando la verdadera imagen a la cual fuimos hechos por medio de Cristo y que representa la intención original de Dios en el momento que creó al hombre y la mujer. Pues en el momento que nos diseñó fue para ser a Su imagen y semejanza.
Y si vemos en el libro de Génesis, luego de hacernos a sus imagen y semejanza, les dio a Adán y Eva una asignación de multiplicación y de dominio. Pero ellos no podían dominar, ni multiplicarse, sino hubiesen sido primero portadores mismos de la imagen de Dios.
Entonces la santidad es eso que nos lleva de regreso a nuestra imagen del diseño original. La santidad es eso que nos ayuda a reflejar la imagen del Padre, la imagen del Hijo y la imagen del Espíritu Santo. Porque todo lo que envuelve a Dios, esta envuelto en santidad. Lo contrario a esto son aspectos de nuestras vidas que no están reflejando el carácter de Dios.
“No amen al mundo ni lo que hay en él. El que ama al mundo no ama al Padre, porque nada de lo que hay en el mundo —las pasiones sexuales, el deseo de poseer todo lo que agrada y el orgullo de poseer riquezas— proviene del Padre sino del mundo. Y el mundo se está acabando y con él todos sus malos deseos. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:15-17 NBV
La santidad no puede ser obtenida de forma individual, sino que debemos aprender a recibir la santidad primero por medio de la fe en Cristo Jesús, entendiendo que somos unas nuevas criaturas. Y luego debemos ejercitar la fe, para diariamente vivir una vida, de rendición constante. Y allí es donde el temor al Señor tiene gran valor, porque cuando tu vives una vida en un constante proceso de reverencia al Señor, eso implica que vas a vivir procesos de mayor consagración, mayor entrega y mayor rendición.
“Si lo siguen haciendo perecerán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir a la naturaleza pecaminosa y sus obras, vivirán. Los hijos de Dios son los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios.” Romanos 8:13-14 NBV
Esa consagración lleva en si misma procesos de muerte, procesos de poner la carne a un lado, procesos de despojarnos de todo aquello que es amor propio, amor por placer o amor por dinero. Desligarnos de esos tres tipos de amor que se pueden convertir en dioses en nuestras vidas, que empiezan a establecer leyes, parámetros, y empiezan a afectar nuestras tomas de decisiones.
“Así que les aconsejo que vivan por el poder del Espíritu. De esa manera no obedecerán los deseos de la naturaleza pecaminosa, porque ésta va en contra de lo que el Espíritu quiere, y el Espíritu desea lo que va en contra de la naturaleza pecaminosa. Estos dos se oponen entre sí, y por eso ustedes no pueden hacer lo que quieren. Pero si a ustedes los guía el Espíritu, ya no están bajo la ley.” Gálatas 5:16-18 NBV
Básicamente esas tres formas o manifestaciones de amor: amor a mi mismo, amor al placer o amor al dinero van a afectar la forma como nosotros somos administradores nuestra libertad, porque básicamente el hecho de nosotros no ser ya esclavos del pecado, significa que somos esclavos de Cristo.
¡Cristo nos libertó para que vivamos en libertad! ¡Cuiden esa libertad y no se dejen someter de nuevo al yugo de la esclavitud!” Gálatas 5:1 NBV
Y si nosotros somos esclavos de Cristo, procuramos y buscamos hacer la voluntad del Padre. Cristo vivió y manifestó perfectamente lo que significaba una vida de santidad constante. Y esa vida de santidad constante se alcanzaba, como dice la escritura, porque Él se deleitaba en el temor a Jehová.
El deleite en el temor a Jehová, implica sencillamente que cada día de forma práctica Él vivía para hacer la voluntad del Padre, por eso el repetidamente decía que Él hacía lo que veía al Padre hacer, que Él decía lo que escuchaba al Padre decir. Que Él no era independiente del Padre.
Nuestra dependencia en Dios y en querer hacer Su voluntad por encima de nuestra voluntad, es un proceso constante que nos lleva a la santidad. Y en la medida que nosotros vamos permitiendo que la voluntad del Padre se forme dentro de nosotros, y tome el señorío y tome preponderancia por encima de nuestra propia voluntad, lo que está sucediendo es que se está formando Cristo en nosotros.
Porque Cristo, es la imagen de Dios. El mismo lo dijo (Si me has visto a mi, has visto al Padre). Juan 14:9 Jesús le dijo*: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?
Si has visto a Cristo que es la imagen de Dios , el representa y manifiesta la santidad por medio de la dependencia. La dependencia es una expresión completa de santidad. Por eso cuando nosotros miramos a Dios como un ser triuno: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos damos cuenta que ellos eran dependientes.
Una de las manifestaciones de la santidad de Dios, es que el Hijo era dependiente del Padre y el Espíritu Santo era dependiente del Hijo y del Padre. La dependencia hace que haya una santificación, que haya una santidad.
Por eso cuando Adán y Eva pecaron y fueron desconectados de lo que era el fluir de la vida de Dios, automáticamente esa independencia trajo, no sólo muerte, sino que trajo corrupción, y ya no hubo santidad, por lo tanto ellos no podían permanecer en la presencia del Señor, porque sino serían consumidos por esa santidad.
Más nosotros ahora somos llamados para ser portadores de la gloria porque Cristo está en nosotros y podemos mirarle al Señor cara a cara, podemos mirarle al descubierto, podemos entrar al lugar santísimo, porque Él nos ha santificado, Su Sangre preciosa nos ha librado de nuestros pecados.
Pero también, adicionalmente hay un llamado a que Cristo se forme en nosotros. Y cuando Cristo se va formando en nosotros, nosotros optamos porque nuestra voluntad sea puesta de un lado y nos despojamos de nuestra propia voluntad, nos despojamos de nuestro propio poder, nos despojamos de nuestras propias capacidades, nos despojamos de nuestro amor a nosotros mismos, nos despojamos de nuestro amor al placer, nos despojamos de nuestro amor al dinero…y permitimos que la voluntad de Dios prepondere en nuestra vida.
Al hacer esto estamos siendo imitadores de Cristo. Y cuando somos imitadores de Cristo, estamos automáticamente revelando el conocimiento de Cristo.
¿Qué es revelar el conocimiento de Cristo? Revelar el conocimiento de Cristo, significa que tu estas manifestando en tu vida la muerte de Cristo, y cuando tu vives una vida, donde tus acciones están poniendo la voluntad de Dios por encima de la tuya, tu estas demostrando la muerte de Cristo en tus acciones. Que tu usas la libertad para colocarte bajo sujeción. Por lo tanto eres un imitador de Cristo, que revela Su conocimiento que era SUJECIÓN. Y esa sujeción trae santidad, esa sujeción trae victoria, esa sujeción trae empoderamiento.
Entonces el conocimiento de Cristo se revela, no por cuanta palabra tu tengas, ni por cuanta revelación tu tengas. El conocimiento de Cristo se revela y se manifiesta cuando nosotros estamos en la capacidad de poner nuestra vida.
Cuando la muerte de Cristo se ve reflejada en nuestro diario vivir. Como dice la palabra en el libro de Gálatas. “mas no vivo yo, sino que vive Cristo en mi”
El poner nuestra vida diariamente, es un constante proceso de dejar que Cristo se forme en nosotros. La forma en la cual Cristo vivió en la tierra es un perfecto patrón de lo que significa llevar una vida de santidad y llevar una vida de santidad es llevar una vida de victoria, llevar una vida de frutos, llevar una vida de dominio, llevar una vida de intimidad. Llevar una vida donde puedes reflejar a Cristo y no sólo eso; sino que cuando la muerte de Cristo es reflejada por medio de tu diario vivir, el poder de la resurrección se manifiesta, y es allí donde dice la palabra
“ Más bien exponemos la sabiduría de Dios que estaba oculta, pero que Dios había destinado para nuestra gloria desde antes de la creación del mundo. Ninguno de los gobernantes del mundo la han comprendido, pues si la hubieran comprendido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. Esto es lo que las Escrituras dicen: “Ningún mortal ha visto, ni oído, ni imaginado las maravillas que Dios tiene preparadas para los que aman al Señor.” Nosotros las conocemos porque Dios envió a su Espíritu a revelárnoslas, ya que su Espíritu lo escudriña todo, hasta los secretos más profundos de Dios.
Y esto es precisamente de lo que hablamos, usando las palabras que enseña el Espíritu, no las palabras que enseña la sabiduría humana. Así, expresamos verdades del Espíritu con palabras del Espíritu. El que no tiene el Espíritu no puede aceptar lo que viene del Espíritu de Dios, pues le parece una locura. No lo puede entender, porque hay que discernirlo con la ayuda del Espíritu. Por el contrario, el que tiene el Espíritu lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, pues” 1 Corintios 2:7-10, 13-15 NBV…
Como podemos ver en este verso bíblico, hay un conocimiento, que la iglesia tiene que expresar y el conocimiento que la iglesia debe manifestar, no es de cuanta revelación tienes, ni de cuanta doctrina o teología tienes. El conocimiento que debe expresar es el conocimiento de Cristo “lo conozco en Su muerte, porque diariamente yo también muero”…conocer a Cristo en SU padecimiento, conocer a cristo en su sufrimiento, para que de esa manera pueda ser yo participe de Su gloria. Y participe del poder de la resurrección que hay como consecuencia de Su muerte.
Eso significa manifestar el conocimiento de Cristo.
“Debo hacerles entender a todos que el plan de Dios ya se está cumpliendo. Ese es el plan que desde la eternidad Dios, el Creador de todas las cosas, guardaba oculto. Esto es así para que todos los poderes y autoridades en los cielos conozcan ahora la sabiduría de Dios, que se deja ver de tantas formas, al observar la iglesia. Es lo que Dios, desde la eternidad, había planeado hacer por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor.” Efesios 3:9-11 NBV
Por ultimo, cuando leemos el libro de Apocalipsis 12:11 dice algo muy interesante. Dice: “Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte.”
Entonces, dos cosas nos hace a nosotros vencedores, el poder de la sangre del cordero y el poder de nuestro testimonio, y lo que nosotros testificamos es la muerte de Cristo en nuestras vidas, y con eso también testificamos el poder de la resurrección a través de nuestras vidas.