Arboles de Justicia y el temor a Jehová
La Gloria del Padre es el Hijo, la Gloria del Hijo es la iglesia. Y la Gloria de la iglesia son los frutos. Año 2019- El número 9 es un número de frutos; pero el fruto es el resultado de una semilla y a su vez, el fruto es el resultado de una semilla; porque en la semilla está la vida y es todo lo relacionado con la sustentabilidad, pero en el fruto está el sustento para la vida.
Cuando decimos que una iglesia, como cuerpo de Cristo, damos frutos; los frutos que nosotros damos es para poder sostener la vida que nos ha sido dada. Cristo es la semilla, y los frutos que nosotros manifestamos del espíritu, no sólo es la manifestación de Cristo, sino que es el sustento que damos para la vida. Por eso Cristo era semilla, representando al trigo que debía ser molido, cuando Él hablaba de Su muerte; pero Él también representaba el pan, que es el resultado del trigo, que es lo que traía el sustento.
Entonces Cristo era semilla de trigo, pan y sustento. Sí que allí vemos la semilla, como quien da la vida, pero vemos el resultado del fruto como lo que da el sustento. Si la semilla es rectitud, el fruto será de justicia.
Para que la semilla sea de rectitud, necesitamos comer a Cristo…necesitamos hacer de Cristo nuestro pan; necesitamos poner nuestra vida. Básicamente la semilla nos habla de poner nuestra propia vida. Para poder ganar vida, la semilla debe morir. La semilla debe ser puesta en la tierra y debe morir. Entonces básicamente de la vida que nosotros rendimos, sale un fruto que es la vida indestructible de Cristo.
Cuando nosotros ponemos nuestra vida como semilla y morimos a nosotros mismos, el fruto que eso produce es la vida indestructible de Cristo manifestada en el fruto, que es lo que va a poder darle sustento al cuerpo de Cristo. Tanto los frutos como los dones están diseñados para poder traer sustento al cuerpo de Cristo. Y es importante saber, que el alimento, es decir el fruto que representa el sustento nos edifica. Nosotros estamos siendo edificados cuando comemos de la palabra.
La palabra edificación, la palabra instrucción y la palabra inauguración, están muy de la mano. Cuando nosotros comemos un alimento, nuestro organismo comienza a formarse, a edificarse; empezando desde que somos bebés, el alimento es el sustento que nos proporciona la edificación. Para eso es el fruto, para la edificación.
Cuando nosotros estamos dando frutos, estamos edificando la novia que debe ir a siguientes niveles de madurez.
La semilla también nos habla del tercer día de la creación; y por otra parte la semilla también nos habla de la idea original para poder volver a ser fructíferos; nosotros necesitamos entender que volver a ser fructíferos va de la mano con el temor a Jehová. Por eso he comentado anteriormente: “La santidad nos hace fructíferos”. Claro, la santidad nos hace fructíferos porque básicamente el principio espiritual detrás de ella es el temor a Jehová. Así que cuando nosotros empezamos a desarrollar temor a Jehová, este temor nos da a nosotros la capacidad de gobierno y de ser fructíferos. Una persona que teme a Jehová, es una persona que va a saber cómo caminar en gobierno, porque básicamente las personas que temen a Jehová son aquellas que han desarrollado un corazón de siervo. Por eso vemos en el candelabro el #4, ( que es la 4ta vela) y representa al siervo, pero también representa al espíritu de temor a Jehová. Esa es la vela que enciende a las 6 velas restantes dentro de la menorah o dentro de la lámpara.
Entonces si nosotros no tenemos temor a Jehová, no podemos adquirir todo lo relacionado con nuestra primogenitura, que es el dominio o gobierno, que está representado también, precisamente por el número 4; ni podemos recibir nuestra porción de ser fructíferos. Para poder caminar en nuestra primogenitura debemos desarrollar el temor a Jehová; estudiar más lo que representa el número 3 en función de la ley de la semilla y también del día tercero de la creación.
Por otro lado hay una relación entre los frutos y el templo, acuérdense que Dios pedía siempre dos tipos de ofrenda. Pedía la ofrenda que era vegetal y la otra ofrenda era animal; y esas ofrendas iban al templo. Nosotros somos el templo.
Cuando nosotros somos la semilla, también estamos siendo la ofrenda. Entonces vemos las dos cosas; la ofrenda vegetal y la ofrenda de sacrificio de holocausto animal, que lo podemos ver en la obra de crucifixión de Cristo.
Esto es muy interesante, porque podemos ver que esos frutos que han sido traídos al templo, son la gloria que se le devuelve al Señor…la gracia que se le devuelve al Señor. Cuando se presentaban los frutos y las ofrendas era una forma de devolverle la gloria y la gracia al Señor.
Así que cuando nosotros damos frutos, le devolvemos la gloria a Dios.
También los frutos servían para sostener el sacerdocio. (estudiar más de esto) Había que comer, de la ofrenda que se presentaba; pero sigue habiendo relación entre sacrificio, fruto y sustento. También es importante pensar que los frutos tienen que ser llevados en una fecha específica, es decir, que así como las plantas tienen un tiempo específico de dar frutos; las fiestas señor tienen que ver con ser fructíferos.
Hay algo escondido en cuanto a las fiestas de Dios, a los tiempos que Dios estableció (como guardar el Sabbath, etc.) que nos lleva a ser más fructíferos, porque había fechas específicas, donde uno debía entregar sus frutos y presentarlos.
A veces nosotros nos quedamos atrapados en los símbolos, que es lo que hace que nos volvamos religiosos. Nos quedamos atrapados en el diezmo, nos quedamos atrapados en la menorah, nos quedamos atrapados en el velo. Y los símbolos tienen una importancia porque son la sombra de Cristo, pero la idea es que nuestros ojos sean abiertos para que podamos ver a Cristo en esos símbolos. Si nosotros guardamos los símbolos, pero no vemos a Cristo en ellos, entonces caemos en religión. Si vamos a la iglesia, pero no vemos a Cristo como la iglesia o en la iglesia, o no vemos a la iglesia de Cristo, es decir no vemos a Cristo en el contexto de la iglesia, entonces estamos siendo religiosos; si diezmamos y no vemos a Cristo en el diezmo, entonces estamos siendo religiosos, si encendemos la menorah en el Hanukka, pero no vemos a Cristo como la menorah, estamos siendo religiosos.
Otra cosa importante con respecto a los frutos, es que la cosecha tiene un proceso; y una vez que los frutos son recogidos, se almacenan las semillas, pero con los frutos (que se suponen, deben ser sustento) produces otras cosas, como por ejemplo y especialmente, con el olivo y el trigo. Son dos elementos esenciales para producir dos cosas que están dentro del templo y dentro del tabernáculo. Que son los panes del sacerdocio y el aceite. Entonces sucede, que nuestros frutos están supuestos a producir un aceite que mantiene encendida la lámpara del Señor; y ese es el precio que se paga por la unción.
Entonces tener una unción, es tener una vida de frutos. Pero no sólo eso, sino además tener una vida de frutos que han sido PROCESADOS, para que, de ese proceso, se pueda dar un aceite que mantenga encendida la lámpara de Cristo.