¿Qué estoy aprendiendo en mi proceso?

El año 2020 me llevó  a dedicar especial interés y atención al asunto de romper con los patrones o comportamientos adictivos. 

Todos tenemos comportamientos autodestructivos, y aunque se que Dios nos ha dado los medios para liberarnos de ellos, lo primero que tuve que hacer fue reconocer que tenía un problema. Pero primero, vamos a definir la palabra ADICCIÓN, el autor M Dye la define como:

“El acto de  continuar repitiendo un comportamiento que sabemos que es perjudicial tanto para mi como para los demás, a pesar de las consecuencias negativas.” 

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En resumen, la adicción es una pérdida de control. Usando esta definición, evaluemos ¿cuáles aspectos de nuestras vidas están fuera de nuestro control de FORMA REPETIDA? Básicamente todo el mundo tiene una adicción a algo, de la cafeína a la cocaína, del azúcar a la heroína, de la ansiedad a la ira, del tabaco al exceso de trabajo y así sucesivamente. 


Parte de mi proceso de sanidad empezó por reconocer que tenía un problema que iba más allá de unos kilos de más. Nunca esperé ver las cosas como las veo ahora, ¿te ha pasado que a veces sientes que has avanzado tanto en la vida y de pronto Dios te pone a tratar un área en específica  que te lleva a reconocer que nunca terminaremos de aprender? 

Profundizar tanto en mis debilidades por momentos me llevó a sentirme exasperada, confundida, y desgastada. Les soy muy honesta, hubo como 3 meses del año pasado que puse  a un lado todo  lo referente a salud, dietas y sanidad interior (después les contaré mejor). Sentía que lo más que removía , lo más que veía aspectos que necesitaban ser regenerados y llegué a pensar “esto no puede ser de Dios”, “yo nací de nuevo en Cristo” “me estoy enfocando demasiado en mi hombre carnal y yo soy partícipe de la naturaleza divina”, etc.

Una parte de mí buscaba llegar a la raíz de mi problema de desorden alimenticio, otra parte sentía que el remedio estaba siendo peor que la enfermedad. Esto mis amig@s es lo que yo llamo QUEBRANTAMIENTO

Me di cuanta de algo y es que aunque no todos los casos son iguales, perder peso no es el problema. Ya lo he hecho antes,  sino entender la forma en la que me relacionaba con la comida, de manera que pueda prevenir una recaída. He sido tan sacudida en las areas más profundas de mi vida y hasta ocultas a mis propios ojos. Y fue por eso que empecé esta cuenta de instagram y esta categoría de este blog, pues esta década me ha tocado re-conocerme y a su vez, darme a conocer a otros por mis debilidades, más que por mis fortalezas.

Una de las premisas fundamentales que he aprendido en este proceso es ver la adicción desde una perspectiva bíblica. La visión bíblica del cambio dice, para cambiar lo que haces, primero debes cambiar quién eres o como piensas. Pero en el mundo la perspectiva sobre el cambio es: "Si puedes cambiar tu comportamiento, cambias quién eres", es decir, tu comportamiento es el problema.

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"Si renuncias a una conducta adaptativa sin resolver el problema subyacente que causa el dolor que dicha conducta intenta anestesiar, tendrás que encontrar otra manera de lidiar con él, y acabarás cambiando una conducta adaptativa por otra. 

M Dye

Por eso aunque mi proceso a veces me parece lento, en realidad me ha tocado entender que estoy resolviendo las causas de los problemas más que los síntomas por sí solos. Mi desordenes alimenticios son síntomas. Comer hace una cosa principalmente: empuja a los pensamientos, los sentimientos de ansiedad y a los recuerdos no deseados temporalmente fuera de mi conciencia. Las adicciones son sólo el síntoma del problema. Tú puedes estar sobrio (controlando la conducta), pero si no resuelves porqué el comportamiento estaba allí desde un principio (la causa), terminarás teniendo que encontrar una nueva manera de hacerle frente. 

Este proceso me ha enseñado a ver mis debilidades (conductas adaptativas) como algo más que síntomas. Son un "camino hacia la herida", una oportunidad para identificar lo que está lastimado y luego traer la verdad, la esperanza y la sanidad  al dolor inconsciente que está impulsando el comportamiento. 


Allí está la clave, mi recuperación personal real consiste en identificar los pensamientos, los sentimientos y los recuerdos no resueltos relacionados con el dolor de la herida. He visto como alguna forma de miedo inconsciente siempre impulsa estos pensamientos, sentimientos y recuerdos. La Palabra de Dios me llama a enfrentar estos temores "tomar pasos de fe". Así, qie buena parte del 2020 he tenído que nombrar los miedos y enfrentarlos con la Palabra.


Esto me ha impulsado a ver el comportamiento adictivo desde una perspectiva bíblica que abarque tres dimensiones, sanidad interior para el alma, ministración y bendición para el espíritu humano y competencia para lidiar y entender la bioquímica y mecanismos de respuestas de un cerebro traumatizad o afectado por el dolor. 

He quedado maravillado con la maravillosa obra que es el cerebro. Como parte del cambio requiere entender que el cerebro de supervivencia es básicamente responsable de tres áreas de tu vida: la comida, el sexo y la seguridad. Estas tres áreas son todas necesarias para su supervivencia. Piénsalo, ¿Tenemos alguna adicción (comportamientos de afrontamiento) que estén fuera de estas tres áreas? Las drogas, el alcohol y ciertos comportamientos adictivos caen en el área de la seguridad, ya que temporalmente reducen el miedo, el dolor y el estrés, temporalmente haciendo que nos sintamos seguros y normales. 


De manera que necesitamos sabiduría, gracia y competencia para la debida  comprensión del cerebro y establecer estrategias de recuperación probadas, no sólo para liberarnos de comportamientos autodestructivos, sino también para abordar los problemas subyacentes que los impulsan. 


Mi quebrantamiento me ha permitido entender y familiarizarme mejor con mi fallecida hermana Jely. Quien mas allá de ser “una obesa, inconstante, con falta de dominio propio” como fácilmente era etiquetada. Ella era una mujer que en esencia estaba atascada en un inmenso cuadro de ansiedad , dolor emocional y vergüenza básica que nunca fue detectado, tratado y lo más importante aun nunca recibió la debida gracia y compasión  para poder obtener la resilencia necesaria para salir adelante. No porque no tuviera personas que la amaban, sino porque es un problema complejo, lleno de tabúes, pre-juicios culturales y religiosos que inhabilitaron la capacidad para pedir y dar ayuda.












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