La Gracia Apostólica y Personas Apostólicas

Los últimos 10 años hemos visto con gran intensidad como el Señor ha estado restaurando algunas funciones pertenecientes a la iglesia o a la novia. El ministerio quíntuple y la paternidad han sido temas que en cada lugar de la tierra el Espíritu Santo ha ido hablando, enseñando exhortando y edificando.

 De plano daré por sentado que la definición de la función apostólica está clara entendiendo principalmente que no es un título sino como lo mencione antes una función. Lo mismo que ocurre con la paternidad. Dios está restaurando la función para poder establecer la oficina. El problema más grande se presenta cuando creamos la oficina alrededor de lo que Dios no ha restaurado la función, nos llenamos de títulos.

 

Sin embargo, cuando los presento el termino Gracia Apostólica y Personas Apostólicas, no promuevo otra cosa sino hablar de algunos aspectos de la vida apostólica de Cristo que deben estar influyendo en la Novia, y en el cuerpo de Cristo.

 

Hebreos 3:1 nos dice: 

“Por lo tanto, hermanos santos, ustedes que participan de una invitación que les llega del cielo, fijen su atención en Jesús, apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos”.

 

La palabra o vocablo apóstol significa enviado.

 

Como mencionamos antes, en las escrituras notemos personas que Dios ha enviado con propósitos específicos; tal es el caso de Gedeón, Moisés, Noé, Josué y por supuesto Jesús, Sus apóstoles y Su iglesia o Cuerpo de Cristo.

 

Uno de los aspectos/característica en estas personas enviadas es que fueron revestidos de poder-virtud para hacer cambios y transformarnos.

 

Eran series de pacto manifestando el poder de Dios para traer vida (salvación) y edificación. Eso podemos traducirlo como transformación (vida y edificación).

 

Adán fue llamado a extender, por medio de su dependencia en Dios, la vida que le había sido impartida, por medio de la multiplicación de dicha vida. Y también le fue dado la función de gobernar para todo lo que eran los propósitos de edificación de su vida que se estaba multiplicando.

 

La clave para el cumplimiento de dicha asignación era la dependencia. Pues todos los asuntos relacionados a la vida, la libertad y la autoridad fluyen por medio de la dependencia y unidad. Sin dependencia no puede haber vida, nadie puede darse vida en sí mismo. La vida emana, fluye.

 

Así como los árboles, como en la concepción, donde la vida fluye.

 

Desde el momento que Dios creo al hombre tanto la vida natural como la vida de Dios fluía.

 

Con la caída, la vida espiritual que viene de Dios dejo de fluir, entrando la muerte, que en algún punto afectaría la vida natural que el hombre tenía.

 

Y por supuesto, la autoridad es el resultado de estar bajo sujeción.

 

De modo que tanto la vida, la libertad y la autoridad no pueden ser obtenidas de forma independiente, ellas fluyen. 

 

Nos hacemos parte de la vida de Cristo por medio de la unidad. Al hacernos uno con Cristo entonces la vida fluye, de la misma forma al permanecer en El la libertad y la autoridad fluyen.

 

Toda forma de “vida, libertad y autoridad” apartada de Cristo, o que sea el resultado de la independencia de Cristo en realidad es muerte, libertinaje y rebelión.

 

Todo lo antes dicho es para mostrar que el propósito de Dios cuando envía a alguien es establecer su agenda de “vida y edificación”. Pero resulta imposible ser revestidos de poder y de esa gracia apostólica si la dependencia y la unidad no se manifiestan.

 

Me refiero con gracia apostólica como el “poder de Dios” que reviste a los siervos de pacto, (humildes/mansos) para poder cumplir con un proyecto específico que involucra vida y restauración; de modo que el resultado exprese TRANSFORMACION.

 

Es una Gracia especifica dada para una asignación especifica, dentro del contexto general de Dios de vida y edificación.

 

En el aposento alto los discípulos de Jesús, que antes habían estado operando y cumpliendo con su asignación por medio de la autoridad y unción de Cristo, ahora se encuentran orando y ayunando en UNIDAD. Esa unidad produjo vida, el fluir de la vida de Cristo, puesto que para que se produzca verdadera unidad, uno debe morir. 

 

Al hacernos participes de la muerte con Cristo, juntamente estamos siendo crucificados con Él de tal forma que la vida y la resurrección se manifiestan por medio de esa unidad. Y fue entonces cuando los apóstoles fueron “investidos” revestidos de poder para las funciones y asignaciones que habían sido llamados.

 

Cuando nosotros observamos la vida de Jesús, podemos darnos cuenta que todas y cada una de las cosas que Él hizo y cada uno de los roles y funciones que Él vino a cumplir, fueron el resultado de Su dependencia en Dios. Desde el momento que Él se despoja de toda su investidura de poder y de toda Su investidura divina, y no toma el concepto de ser hijo como algo en lo cual aferrarse, sino que decidió servirnos a nosotros como seres humanos de patrón, para que, por medio de la dependencia completa y absoluta a Dios, Él pudiese obtener una vida que lo llevase a crecer en estatura, a crecer a favor, a crecer en sabiduría, a crecer en el temor al Señor. Lo que produjo en Él virtud. 

 

Y es esa virtud-Chayil, lo que representa la gloria manifiesta de Dios para que Él pudiese cumplir con todas las funciones de Su asignación; llamado a traer vida y a traer restauración.

 

Así que la unción apostólica es aquella que se derrama de la relación siervo-hijo. (Explicar con detalle más adelante)

 

El hijo es aquel que entiende todo lo relacionado a intimidad y comunión. Y el siervo todo lo relacionado a dependerá al señorío de Cristo. El hijo es aquél que recibe la herencia (doble porción), más el siervo es quien recibe la autoridad. Si sabemos ser siervos sin ser hijos somos como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Y si aprendemos a ser hijos, pero no somos siervos de pacto, nos convertimos en ilegítimos, como vemos en la misma parábola.

 

Un hijo que no reconoce, entienda o se sujeta a (a autoridad como lo haría en siervo, no ha sido disciplinado y el que no tiene la disciplina de Dios, es bastardo/ilegitimo no tiene legitimidad.

 

No ha sido entrenado en obediencia pues la obediencia es lo que nos entrena a la libertad como lo vimos anteriormente.

 

Por eso este año y la próxima década veremos un llamado intenso a la legitimidad. Dios quiere que seamos hijos legítimos, es decir, que nuestra porción de hijos y nuestra porción de siervos, está perfectamente equilibrada y establecida. Tenemos una mentalidad de hijos con un corazón de siervo.

 

Eso es lo que separa lo falso de lo verdadero., de manera que podamos compartir de esa gracia apostólica, de la misma vida apostólica que estuvo en Cristo. 

 

Refiriéndonos nuevamente como la manifestación de la gloria Chayil de Dios sobre los siervos de pacto que han sido equipados para transformar (para traer vida y edificación).  Son hijos transformadores.

 

Esa es la mejor manera en la cual podemos definir la unción de la Gracia apostólica operando sobre hijos; se convierte en hijos transformadores.

 

La vida de los hijos transformadores se caracteriza por:

  • Cristo formado en ellos, por eso el llamado a la consagración, a la santidad va siempre en aumento.

  • Humildad

  • Unidad

  • Oración

 

Esta es la base para que la vida, libertad y autoridad que son el fundamento de la gracia, y la vida apostólica, puedan fluir en aquellos que han sido enviados.

 

Con este estudio lo que deseo es humildemente considerar el concepto de la gracia apostólica, no bajo el prisma de título sino como aquella investidura de poder, gracia, gloria Chayil otorgada individualmente a hijos-siervo de pacto, hijos transformadores y corporativamente a su cuerpo, para cumplir con funciones específicas para las que fueron enviados dentro de los planes de vida y restauración de Dios.

 

Empleo el término cuerpo, porque implica unidad, y solo la unidad puede permitir el fluir de la vida en un cuerpo. Sino seriamos solo muchos miembros. Y como podemos ver en nuestra anatomía, muchos miembros sin unidad no fluyen la vida. En el momento en el que un miembro decide estar solo y no depender del cuerpo, la sangre deja de fluir y la sangre es vida y un miembro no puede producir sangre por si mismo. Así como nosotros no podemos producir vida por nosotros mismos.

 

Apóstol es un enviado, pero no es un enviado cualquiera, es una persona (hijo-siervo de pacto) sobre el cual reposa una gracia particular para una asignación especifica. 

 

Es decir, la gracia apostólica, es una unción corporativa, que trae vida al cuerpo de Cristo, el cual está integrado por un conjunto de hijos-siervos de pacto, sobre los cuales Dios derrama una unción corporativa y una unción individual de gracia particular, para una asignación especifica.

 

Y justamente esa gracia, ese poder te hace capaz, te capacita y te hace virtuoso (Chayil) te da la sabiduría para la edificación y el poder que viene por medio de la vida; poder para la salvación, poder de la resurrección que nos da la vida, lo que automáticamente implica que nosotros somos contados como ovejas del matadero, como muertos.

 

Dios está enviando personas con una gracia especifica, un poder, una capacidad específica para las artes, para los medios, para ocupar magistrados y legislado, para la medicina y ciencia. (4ta revolución industrial)

 

Dios está enviando personas con una gracia específica para discipulares naciones.

 

El cuerpo de Cristo es la respuesta al clamor de una generación.

 

Somos enviados a los lugares que están clamando por transformación. Somos hijos transformadores.

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