Dios llama pero tú te preparas

A veces nos sentimos tan estancadas en nuestras crisis, desiertos, pérdidas y confusión que sentimos que no vale la pena planificarnos, de nada sirve organizarnos y mucho menos tener un plan. Y es que tenemos la errónea idea que debemos esperar que todo este bien para planificarnos o prepararnos para nuevas oportunidades.

Aun en la temporada más oscura podemos prepararnos para lo nuevo, podemos entrenarnos para estar listos para cuando la oportunidad se presente.

En mi tiempo de caminata esta mañana meditaba en la historia de José y cómo la adversidad no lo amargó, no afectó su identidad, no lo hizo una víctima de sus circunstancias sino que él escogió prepararse en esa temporada de oportunidad. En esos 13 años de dificultad, él no sólo permaneció fiel a Dios sino que se preparó para la oportunidad.

El José, muchacho soñador que fue visto por última vez en las cercanías de Siquem, trece años más tarde se presentó, ya no como soñador sino como un estratega frente a Faraón. Entendido de la cultura, fortalecido en Dios, determinado de carácter, con sabiduría e ingenio, conocedor de sus dones y habilidades.

En fin, mientras su don le abrió las puertas del palacio, fue su preparación fue lo que lo mantuvo en el palacio. Dios llama pero tú te preparas.

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